Para mí el mall de La Florida es nada más que ese asalto, esa noche, esa conversación que sosteníamos, esa nostalgia de un lugar donde se ve la cordillera muy alta y lejos, para mí el mall de La Florida es haber arrancado de esos asaltantes, es la casa de esa persona que me acompañaba, es haber estado en primero de universidad, es haber tenido veinte años, es haber llegado a su casa asustados, es haber conocido por primera vez su casa, su madre que asustada y desvelada nos esperaba, es haber recibido el beso de su madre diciéndome gracias “por ser el ángel guardián de su hija”, el mall de La Florida es haber recibido el regalo más grande que esa persona me dio; uno de sus libros favoritos, es haber comenzado a ser amigos, es haber conocido a sus gatos y perros, su patio, su sobrina, las habitaciones de sus familiares, su máquina de cera depilatoria, sus mil libros. Para mí el mall de La Florida es haber vuelto el próximo año para su cumpleaños, correr por el metro Vicuña Mackenna por ir atrasado, es haber llegado a segundo año de universidad, es haber visto crecer a esa persona, es atardecer, es clase media, es yo sintiéndome tibio, nostálgico, es haber sentido que estoy lejos, muy lejos de mi casa. Para mí el mall de La Florida es más que un paseo comercial, es sólo una calle más que me lleva a la casa de la Carlita, que ahora no es su casa. Ya no tengo razón alguna para volver al mall de La Florida, simplemente porque ese camino ya no me lleva al hogar de la persona que me acompañaba la primera vez en la vida que me asaltaban.
