viernes, 31 de diciembre de 2010

El último día

Hoy es el último día. Siento hambre. Anoche comí pizza, hace muchísimo tiempo que no lo hacía. Gracias hermano. Tengo hambre, me suenan las tripas, se me hace mal aliento del hambre que siento, tengo el estómago vacío, pero no le daré de comer, anoche comió mucho, aunque grite y grite de hambre no le daré de comer. Esto ayudará a que mi estómago desaparezca, se hunda y las caderas emerjan. Creo que esta imagen lo atraería, como si mis caderas asomadas y mi estómago vacío emitieran un olor que lo atraería, a él. No voy a comer. Estómago vacío, caderas asomadas. Me duelen las piernas, como si no hubiese descansado nada. Cuando voy caminando me ha pasado que paro en sexo…perdón quise decir “en seco”, es que la “x” está al lado de la “c”. Cuando voy caminando me ha pasado que paro en seco, pronuncio mi nombre y siento que me es ajeno, como una palabra que acabo de inventar en el instante, “¿ese es mi nombre?” me digo. Sigo. Cuadra, calle, cuadra, calle, cuadra, calle, cuadra, calle, ¿hasta cuándo sigue esto así?, no sé qué me pasa ya no le encuentro sentido a la forma de la ciudad. Me duelen las piernas y mucho. Me gustaría yo mismo meterme las manos dentro de mis piernas y sacar yo mismo esas venas malas. Venas heredadas. Corazón de mi padre. Nombre ajeno. ¿Quién chucha soy? Estas son mis últimas palabras, más encima pensadas, porque ¿a quién se las voy a decir? Hay que aceptar que uno existe para otro. Cuando lo logre descubrir o quizás cuando vuelva a mí, me voy a morir de amor. Estas son mis últimas palabras, más encima pensadas, porque ¿a quién se las voy a decir? Hoy es mi último día…del año 2010.