Anoche estaba agotado. Ya eran las 22.30 pm del viernes 7 de mayo e iba en la micro escuchando esa canción una y otra vez, una y otra vez. Me dirigía hacia la casa de mi abuela a cortar un poco de menta del patio para preparar unos mojitos. Me bajo de la micro y camino por el pasaje en dirección a la casa de mi abuela. Sigo escuchando esa canción una y otra vez, una y otra vez. Entro a la casa y está todo oscuro, prendo la luz del living-comedor, nadie. Reviso la que era mi pieza, nadie. Reviso la siguiente pieza, nadie. Reviso la pieza de mi abuela y ahí está ella, durmiendo. Trato de no hacer ruido mientras voy al baño para no despertarla. Me di cuenta que esa noche mi abuela estaba sola. Iba a pasar la noche sola en su casa, sola en su pieza. En verdad mi abuela está sola. Cuando me disponía a retirarme de la casa, siento que mi abuela me habla desde su pieza. Ella en realidad, me había sentido llegar desde que abrí la reja de la casa, pero se demoró en sentarse en su cama y hablarme. Mi abuela estuvo muy enferma y sus secuelas la tienen mal. La cosa es que hizo todo el esfuerzo para sentarse en la cama y decirme:
• ¡Era usté mijo! Me senté para ver quién era
• Sí bueli, soy yo. ¿Está sola?
• Sí
• ¿Nadie la ha venido a ver?
• No
• ¿Nadie se va a quedar con usted esta noche?
• Su mami dijo que usté se iba a quedar, pero que si no podía ella se venía a quedar conmigo
• Pucha bueli, yo no puedo. Vine a buscar un poco de menta y me voy
• Ah…
• ¿Mi tío Juan no se ha venido a quedar?
• No. Ya ni viene. Viene cada quince días
• ¿Y mi tío Roberto?
• ¡Pfff! Ese menos. Dice que llega cansado del trabajo, que no tiene tiempo…
• Ah…, bueno bueli, ya me voy. Buenas noches
• Buenas noches mijo
Me puse los audífonos y puse esa misma canción una y otra vez y me dirigí a cortar la menta y mientras lo hacía pensaba que mi abuela está vieja, no se puede valer por sí sola, pero tuvo un marido, hijos que la acompañaron por muchos años, tiene nietos que creo que la quieren, tiene a mi mamá que la cuida y vive con ella, ella tuvo familia. Pensaba en yo cuando viejo, sin familia, de seguro mis padres muertos, mi sobrino y mi hermano construyendo sus sueños con los suyos, yo sin hijos, por lo tanto, sin nietos, obviamente sin esposa viva a quien querer mis últimos días, ni esposa muerta a quién recordar en mis últimos suspiros. Me imaginé solo. Quizás dónde. También te imaginé a ti. Imaginé tu futura esposa, tu futura casa, tus futuros hijos y tus futuros nietos, imaginé tu futura vejez, te imaginé viejito y rodeado de nietos, te imaginé mañoso, te imaginé con pantuflas, te imaginé con una mata de menta en tu patio, te imaginé feliz, te imaginé viendo las hojas amarillas del otoño, te imaginé canoso, te imaginé tibiecito, te imaginé diciendo “mijo”, imaginé tu vejez sin mí. Mientras cortaba la menta a oscuras en la noche, en el patio de mi abuela y escuchando esa canción una y otra vez, te imaginé.
Yo una vez viví con mi abuela un año y medio y cuidé de ella y pienso que ojalá tus hijos y nietos no sean como los de mi abuela, ojalá nunca nadie te deje solo siendo viejito, y si así fuera, de seguro que en el solitario lugar en que yo me encuentre cuando sea anciano habrá espacio y una mata de menta para dos viejitos. Yo te cuido.
Escuchando la canción cogí la menta y me fui. Te quiero.
domingo, 9 de mayo de 2010
jueves, 6 de mayo de 2010
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