Después de salir de su cama y tener un rico sexo le dije que lo tenía que dejar, que el bus en la parroquia me estaba esperando. ¿Para qué?- me preguntó. Los “carretes solidarios”- le respondí. Y con una mueca de burla me dijo “qué buen niño eres”.
Ya en el bus me di cuenta que no usé condón. Me angustié. Y más me angustié cuando me vino a mi cabeza la idea de que como traductor de alemán, lengua que me costaba mucho, iba a terminar como mendigo en la calle. Los “carretes solidarios” consistían en salir todos los viernes a Estación Mapocho y darles alguna colación a los mendigos que allí se encontraban. ¿Por qué “carrete solidario”?, porque la buena acción se hacía un viernes en la noche.
Cuando le entregué el pan y el café al último mendigo que vi, éste me respondió con un “dankeschôn” que quiere decir “muchas gracias”. Hablamos largo rato, en realidad él hablaba y yo escuchaba. Habló todo el tiempo en alemán, dejó su tierra para venirse a Chile. No sé cómo terminó viviendo en la calle. Me deprimió la idea de que él acá en Chile puede ganar mucho dinero con el solo hecho de saber alemán. Me sonó el celular, “te estoy esperando con la cama calentita” me dijo mi primo a través del teléfono. Era viernes y hacía frío en Santiago.
jueves, 25 de marzo de 2010
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